Sin hacer una gran reflexión, cualquiera que haya hecho un salto en paracaídas te respondería fácilmente: SÍ. Si bien puede parecer una simplificación excesiva de la respuesta, el paracaidismo cambia tu vida porque te cambia haber hecho un salto en paracaídas.
Si pudieras ver la línea de tiempo de la vida de alguien que hizo un salto, verías, como mínimo, un punto destacado y brillante que divide su vida en un antes y después de haber volado, y, para la mayoría, la línea que sigue después es de un color completamente diferente.
Es como una puesta a punto con una nueva capa de pintura.
Prueba de ello, son las miles de reseñas en internet afuera que hablan de una experiencia trascendental, de lo mejor que uno puede hacer en la vida.
Gana perspectiva
En parte, tu vida parece haber cambiado porque el mundo que te rodea no parece el mismo. En el momento que sales por la puerta del avión, comienzas a ver desde una perspectiva completamente nueva. Esto no se debe solo a los 4000 metros que te separan del suelo, sino a un cambio de paradigma.
Todo lo que has imaginado que era un salto en paracaídas, todas las suposiciones que hiciste antes de saltar, simplemente se desvanecen. Nada de lo que habías pensado parece cierto, y todo se transforma en algo nuevo.
Un lifting al miedo
Después de saltar en paracaídas, hasta el concepto de miedo se renueva. El paracaidismo te ayuda a ver el miedo de una manera nueva. Experimentar un poquito el miedo primario a la muerte (después de todo, físicamente no fuimos creados para volar) y superarlo es algo tan singularmente enriquecedor que te cambia la vida.
Saltar desde un avión en marcha a 4 kilómetros del suelo es un riesgo medido. Después de saltar, sabes que está bien sentir miedo, pero no tiene sentido vivir con miedo.
Trascender a lo mismo
Cuando saltas en paracaídas, has dado un paso para trascender a lo mundano. La mayoría de la gente se mueve sin pensar. En lugar de vivir, las personas terminan existiendo en medio de una homeóstasis. Tiene sentido: todos necesitamos constancia, hay facturas que pagar, pero…
El deseo de más es lo que impulsa a las personas a saltar en paracaídas, y el salto en paracaídas es lo que impulsa a las personas a esperar más de sus vidas.
Persigue una vida bien vivida
Considerar la propia mortalidad para muchos es un asunto sombrío y frío pero no tiene por qué serlo. Yo sé que me voy a morir, esto es un hecho. Así que procuro dar vida en mi paso por la tierra. El paracaidismo es una llama dentro de mí, que lejos de apagarse, le echo gasolina para que prenda más, porque es lo que da sentido a todo eso que hago, a mi vida misma.
Si la balanza riesgo/beneficio está equilibrada ¿Por qué debería no hacerlo?
Me puedo morir en cualquier momento. Aunque no pensemos en ello, este es otro hecho.
Y todo eso que estaba llamada a hacer y sé que me haría feliz pero no hice por miedo, porque el que dirán, porque mis creencias me lo impidieron, o porque simplemente lo dejé para “algún día, ya nunca, al menos en esta vida, se harán. Y te habrás ido sin haber realmente vivido lo que querías.
El paracaidismo te obliga a lidiar con tu propia transitoriedad en este plano de una manera que te hace ver lo valiosas que son las experiencias que vives. Te empuja a buscar más activamente una vida plena y dedicar energía a las personas que comparten un sentimiento similar.
El cambio es para siempre
Si bien la adrenalina de un salto en paracaídas se desvanecerá pasado un tiempo, sus efectos permanecerán. Y cada vez que creas que no puedes con algo, echa mano de lo que sentiste al aterrizar de un salto: un sentimiento que empodera y te empuja a creer que si has podido saltar de un avión en marcha ¡puedes hacer cualquier cosa! Y podrás.